Chile. La ley de amnistía mantiene vivo el legado de Augusto Pinochet

“Muchos de ellos murieron mientras esperaban justicia. Muchos murieron en silencio. Ya estamos hartos de esta espera dolorosa y de este silencio injustificado. Es hora de que nos unamos para descubrir la verdad. »

Con estas palabras celebró la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, el 41 aniversario hace exactamente un añomi Aniversario del golpe de estado de 1973 en el que Augusto Pinochet tomó el poder. Más de 3.000 personas fueron asesinadas o “desaparecidas” y más de 38.000 fueron detenidas violentamente y torturadas durante los diecisiete años que el gobierno militar estuvo en el poder.

El gobierno de Michelle Bachelet también prometió declarar obsoleta la Ley de Amnistía, un decreto emitido por el régimen de Pinochet en 1978 para evitar que personas sospechosas de haber cometido violaciones de derechos humanos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978 no fueran llevadas ante la justicia.

Este anuncio fue recibido con entusiasmo. El mundo vio cómo Chile finalmente enfrentaba su oscuro pasado y tomaba medidas para liberarse de los últimos vestigios de la brutalidad de Augusto Pinochet.

Pero ha pasado un año y la ley de amnistía sigue siendo objeto de debate en el parlamento. Nadie sabe cuál será el resultado.

[…] La ley de amnistía sigue siendo objeto de debate en el parlamento. Nadie sabe cuál será el resultado.

Guadalupe Marengo, subdirectora del programa de las Américas de Amnistía Internacional

Esta ley ha desatado acalorados debates en Chile, y muchos afirman que es simplemente un texto que no se utiliza desde hace muchos años.

Tienes parte de razón.

En 1998, la Corte Suprema de Chile dictaminó que esta ley no se aplicaba a casos de violaciones de derechos humanos. Esta audaz decisión permitió que avanzaran importantes investigaciones.

Desde entonces, la situación ha cambiado y se han iniciado numerosas investigaciones sobre las detenciones arbitrarias, torturas, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones que tuvieron lugar sistemáticamente bajo el mando de Augusto Pinochet; Durante este período se han realizado más investigaciones que en las últimas dos décadas.

Según datos de la Corte Suprema de Chile en 2014 se abrieron casi 1.000 investigaciones, 72 de ellas por denuncias de tortura.

Hasta octubre de 2014, 279 personas habían sido condenadas en relación con estos delitos en tribunales civiles ordinarios y 75 habían cumplido penas de prisión.

En mayo de 2014, 75 ex agentes de la policía secreta de Augusto Pinochet (Dirección de Inteligencia Nacional, DINA) fueron condenados a entre 13 y 14 años de prisión en relación con la desaparición forzada del estudiante Jorge Grez Aburto en 1974.

Otros miembros de la DINA, incluido su exlíder Manuel Contreras Sepúlveda, fueron condenados en octubre pasado a 15 años de prisión por las desapariciones forzadas de Carlos Guerrero Gutiérrez y Claudio Guerrero Hernández en 1974 y 1975. Manuel Contreras Sepúlveda murió mientras enfrentaba más de 500 años de prisión por su participación en abusos contra los derechos humanos cometidos durante la era Pinochet.

Y el 16 de agosto, la Corte Suprema de Chile anunció que 15 miembros de la policía secreta del general Pinochet serían procesados ​​por el asesinato en 1976 del diplomático español Carmelo Soria Espinoza, que cumplía con la definición de crímenes protegidos por la ley de amnistía.

Entonces, si no se usa, ¿por qué es importante tirarlo?

Decir que el debate sobre la ley de amnistía es irrelevante porque no se aplica actualmente es decir que no hay razón para prohibir legalmente la tortura y las desapariciones forzadas.

Sabemos que este no es el caso.

Decir que el debate sobre la ley de amnistía es irrelevante porque no se aplica actualmente es decir que no hay razón para prohibir legalmente la tortura y las desapariciones forzadas.

Guadalupe Marengo, subdirectora del programa de las Américas de Amnistía Internacional

El caso es que esta ley sigue vigente. Durante muchos años permitió que torturadores y asesinos escaparan de la justicia. Su existencia envía el mensaje de que Chile aún no está preparado para romper completamente con sus años más oscuros o luchar contra la impunidad.

Este arcaico decreto es un impactante recordatorio del trágico legado dejado por el general Pinochet, que no tiene cabida en un país que dice defender la justicia y los derechos humanos. También es una afrenta para las víctimas que siguen esperando desesperadamente respuestas y justicia.

La reapertura del expediente que deroga la ley de amnistía por parte del presidente chileno ha generado esperanzas de que este texto, que sólo sirve para proteger a los criminales, sea enterrado. Esto y los avances logrados tras importantes anuncios del gobierno de Bachelet, como la penalización del delito de tortura, son pasos necesarios hacia la justicia.

Anular la ley de amnistía obligaría a Chile a enfrentar su turbulento pasado y, en última instancia, enviaría el mensaje de que los abusos de la era Pinochet ya no serán tolerados.

Este artículo de opinión fue publicado originalmente en la revista El País.

Luis Aro

"Creador. Típico adicto a la televisión. Practicante de redes sociales amigable con los hipsters. Erudito de Internet. Emprendedor malvado".

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *