movimiento social
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Menos de dos años después del movimiento social que recorrió el país, la asamblea encargada de reemplazar la constitución de Pinochet se reunió por primera vez el domingo en un ambiente tumultuoso. Como pueblos indígenas comunes e integradores, tienen un año para presentar sus trabajos.
El camino de Chile hacia una nueva “Carta Magna” que reemplace la constitución heredada de la dictadura del General Pinochet (1973-1990) está definitivamente plagado de obstáculos. El domingo, los 155 miembros elegidos a mediados de mayo para formar una asamblea constituyente iniciaron su sesión inaugural en Santiago. Al mismo tiempo, manifestantes -en su mayoría pacíficos- que acudían a exigir la liberación de los detenidos durante el movimiento de protesta social iniciado a finales de 2019 se enfrentaron a gases lacrimógenos y cañones de agua de la policía. Izquierdistas independientes electos, que denunciaron esta represión, se unieron a los manifestantes. La ceremonia de investidura finalmente tuvo lugar con algunas horas de retraso.
El triunfo de los independientes
Esta asamblea, compuesta por la mitad de mujeres (una primicia mundial para un votante) y con diecisiete escaños reservados para los pueblos indígenas, es en muchos aspectos inédita en Chile, frente a un Congreso y un gobierno muy masculinos en los que muchos políticos comparten el mismo apellido. Otra innovación importante: el 31% de los cargos electos provienen de listas independientes. “Algunos de ellos eran tan poco conocidos [à l’échelle nationale] que las estaciones de televisión ni siquiera tenían su foto cuando se anunciaron los resultados la noche de las elecciones”, destaca Rossana Castiglioni, doctora en ciencias políticas.
Los votantes respaldaron a los partidos de centroizquierda que han gobernado durante mucho tiempo el país y la coalición de…
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