Una madre chilena cuenta los momentos difíciles en los que corrió al refugio de animales con sus hijos

Sivan Gobrin, madre chilena residente en Israel y vicepresidenta de la Comunidad Chilena de Israel, escribió una conmovedora carta en la que se refirió a los momentos que vivió esta mañana cuando un cohete impactó una casa en el centro de Israel.

“Para la noche se pronosticaba tormenta con truenos y relámpagos. Me costó dormir por el ruido y mi bebé de 8 meses se despertó para comer.

A las 5:15 am, mientras estaba medio dormido, escuché un ruido extraño. “Qué extraño me parece el viento”, pensé. En ese momento entra mi hijo mayor, de 7 años, a la habitación y pregunta “mamá, ¿qué es ese ruido que no me deja dormir?”, “el viento, mi amor”.

¡Crest, no es el viento! Esta es la sirena que suena cuando se acerca un misil.

Sivan Gobrin, autor de la carta

desperté a mi marido “¡Sirena!” Consigue Déby (mi segunda hija, 4 años). Saltó de la cama, medio desorientado. Agarré a mi hijo mayor y a la pequeña: “Vamos, vamos, tenemos que salir”, “¿Qué te pasa mamá?”, me pregunta. No le respondí, sino que salí al pasillo del edificio y pasé por delante de la vecina de al lado y sus hijos adolescentes. Estuvimos de acuerdo en que la sirena sonaba muy silenciosamente (la confundí con el viento).

Le grité a mi marido que saliera con mi hija. Cerró la puerta del apartamento y ¡boom! Oímos la explosión. Estaba demasiado cerca.

Nos quedamos allí otros 10 minutos. Todos en pijama, medio dormidos, medio despiertos. “¿Ya viene mamá?”, preguntó mi hijo mayor. “No lo sé”, le dije, pero en el colegio ya sabes qué hacer.

Regresamos a casa. Estaba temblando, pero no quería que los niños se dieran cuenta.

Mi segunda hija, como nunca se enteró, siguió durmiendo mejor. El resto de nosotros nos metimos en mi cama. Nos burlamos del bebé, contamos chistes. Mientras tanto, revisamos nuestros teléfonos para ver qué pasó. Estuvo muy cerca.

7 heridos, incluido un bebé como el mío.

Era hora de prepararse para la escuela y el trabajo. Comenzó un nuevo día, pero no de forma normal. Vivimos en una parte del país donde no estamos acostumbrados a recibir misiles, no dormimos en alerta y tardamos mucho en reaccionar. Pero la vida sigue. Y todo sucedió en dos minutos. Literalmente”.

Augusto Bojorquez

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