Toda una familia de Trentino a Chile para compartir la vida



La familia Bettini con el arzobispo Tisi – Gianni Zotta

Cuando llegaron a Chile hace tres semanas, los tres niños Francesco, Mario y Rosette, al igual que papá y mamá, todavía llevaban el lápiz en la mochila “para dibujar la belleza de la nueva misión” que les fue dada en una reunión “obligatoria”. en nombre de la Diócesis de Trento: “No van solo por una experiencia familiar, sino como un signo de una comunidad que quiere acompañarlos”, explicó don Cristiano Bettega en el Centro Misionero de Trento, mientras el arzobispo Lauro Tisi los bendecía: “Tú eres buena noticia, Testigo de una Iglesia en salida que se hace don; Bienaventurados los hombres y mujeres que saben salir al encuentro de los demás”.

«La acogida fue muy calurosa – nos informan por teléfono Fabrizio Bettini y su esposa Francesca, que llegaron a Chile con los tres niños de 12, 11 y 7 años – después del tiempo algo estresante antes de partir, dado el apartamento que habíamos reservado por la cuarentena se encontró ocupado; Sin embargo, fuimos recibidos en Santiago por la comunidad de tres franciscanos de origen trentino que custodian un santuario en una zona muy difícil».

Los dos maridos misioneros están acostumbrados a los imprevistos, porque desde hace veinte años Fabrizio es voluntario en Croacia, Albania, Palestina y Líbano para la Operación Colomba, el organismo permanente no violento de la Asociación Papa Juan XXIII al que pertenece su esposa Francesca. “El Evangelio es un don que no se puede quedar para uno mismo – dice con sencillez – y cada uno de nosotros debe vivir su propia vocación”.


Su residencia está en la Araucanía, una región de discordia entre el Estado y los indígenas mapuches. Los chicos tienen 12, 11 y 7 años. Fabrizio Bettini es su padre: como gomas elásticas, para hacer una contribución, pero también para llevar a casa lo aprendido


Hacía un año habían conocido esta realidad en Valdivia, en el sur de Chile, durante un viaje con sus tres hijos, donde viajaban otros voluntarios del Papa Juan XXIII. trabajo en dos casas de familia y un centro de acogida para inmigrantes en consulta con la iglesia local. “Una vez que se establezcan, prometen, podemos realmente servir a estas realidades, sabiendo que el camino no siempre será lineal”.

Hace unos días, el gobierno chileno declaró el estado de emergencia en la región de la Araucanía, la zona donde se desarrolla el conflicto entre el Estado y los indígenas mapuche (la etnia más numerosa e importante de Chile, “vigilada” por voluntarios italianos para defender sus derechos creer en una forma de desarrollo que respete el medio ambiente y permita a las personas vivir en simbiosis con la tierra.

“Mi vocación siempre ha sido trabajar en el conflicto y lo seguiré haciendo con mi familia – explica Bettini de Rovereto, quien, dado el compromiso de tres años, no se siente un misionero de por vida en el sentido tradicional, pero se define a sí mismo como “una goma elástica para aportar pero también para llevar a casa lo aprendido en el contexto cotidiano”».


¿La reacción de los chicos? Francesca, la madre: Hemos “propuesto unas pequeñas acciones concretas para que aprendan a abrir los ojos al mundo. Querían embarcarse en esta gran aventura”


¿Hola gente? “Hablamos durante mucho tiempo – responde Francesca – y sugerimos algunas pequeñas acciones concretas para que aprendan a abrir los ojos al mundo. Aunque tuvieran que despedirse de compañeros de colegio y amigos en Rovereto, querían embarcarse en esta gran aventura».

“Era casi más difícil transmitirle eso a mis padres, que extrañarán a sus nietos”, admite Bettini. Y también los amigos y otros feligreses de Santa Caterina di Rovereto apoyan desde lejos a la familia Elastic: han compartido los planos de su apartamento para cuidarlos durante su ausencia, una forma que no solo es simbólica de asistir es su misión. “A pesar de la distancia, también nos sentiremos cuidados y ‘cuidados’”, confirman los Bettini tras las primeras semanas en Chile.

Roldan Fallas

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