FIGAROVOX/TRIBUNA – Los políticos de izquierda han asumido la responsabilidad en varios países latinoamericanos. El profesor Jean-Christophe Gallien analiza los nuevos desafíos geopolíticos que plantea esta convulsión electoral.
Jean-Christophe Gallien es politólogo y comunicador, profesor de la Universidad de Paris la Sorbonne, presidente de la JCGA y miembro de la Society of European Affairs Professionals.
Un viento sin precedentes de victoria de la izquierda sopla en toda América Latina. Lanzado mucho antes de los estragos de la crisis sanitaria, el movimiento electoral atraviesa el continente de norte a sur. En México, luego en Bolivia, Perú y a fines de 2021 en Honduras y Chile… las presidencias rotan de derecha a izquierda. El fenómeno político podría extenderse a 2 grandes países, Colombia en mayo y especialmente Brasil, el gigante económico y geopolítico, a finales de 2022.
Las nuevas mayorías anunciaron la revolución social con una mezcolanza de servicios públicos ampliados, seguridad social universal y redistribución genuina de la riqueza. Sin embargo, el contexto sigue siendo complejo y hasta hostil para los líderes que ya están atrapados en el fuego cruzado de una realidad económica catastrófica, presupuestos anémicos, acceso al crédito, deuda abismal, inflación galopante y una oposición muy agresiva en las calles físicas y digitales. Y los ciudadanos se convierten rápidamente en enemigos cuando no se cumplen las promesas.
Si bien más de la mitad de los sudamericanos trabajan en el sector informal, la mayoría de los países experimentan un desempleo masivo. A principios de la década de 2000, millones creían que habían entrado en la clase media. La pobreza se encuentra ahora en su nivel más alto en 20 años.
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Escándalos de corrupción reiterados, enriquecimiento de las élites, abandono de los servicios públicos de educación y salud por doquier, infraestructuras en general en mal estado… La desconfianza popular hacia las instituciones públicas y sus líderes, sean quienes sean, es total. Un gran segmento del electorado votó por la izquierda porque es la oposición… por el momento.
Fue la aplastante victoria presidencial de Andrés Manuel López Obrador lo que abrió la serie en México en julio de 2018. En 2019, fue el turno de Guatemala y Panamá de votar por mayorías de centroizquierda. En Argentina, el mismo año, los peronistas, ellos mismos expulsados por los daños económicos y la corrupción, regresaron al poder con Alberto Fernández prometiendo también una revolución social. En 2020, el socialista Luis Arce triunfa en Bolivia al prometer revivir los logros y el programa de la “estrella” caída Evo Morales. También en 2020, esta vez en Perú, un desconocido maestro provincial, Pedro Castillo, se convierte en presidente al dominar a la favorita derechista Keiko Fujimori. Su campaña populista contra las élites ha valorado su propia experiencia de vida, que se ha visto erosionada por su exposición. En Honduras este año, la esposa del expresidente Manuel Zelaya, Xiomara Castro, una candidata de izquierda que lucha contra la corrupción y el narcotráfico, ganó las elecciones presidenciales por un amplio margen. A fines de noviembre, la izquierda sigue siendo indispensable en Chile. Gabriel Boric, exdirigente estudiantil del movimiento de 2011, se convierte en presidente frente a un candidato de extrema derecha y promete específicamente aumentar los impuestos a los ricos.
Nunca en su historia una proporción tal de mayorías de izquierda, en gran parte populistas y más bien antiestadounidenses ha cogobernado América Latina.
Jean-Christophe Gallien
Sólo Uruguay, Ecuador y El Salvador se han resistido al cambio, pero nunca en la historia una proporción tal de mayorías izquierdistas, en gran parte populistas y algo antiamericanas cogobiernó América Latina.
Este año, la guerra electoral en Colombia y Brasil cambiará. Primero en Colombia, el próximo mayo, por unas elecciones presidenciales arriesgadas en un país cuya vida política ya no está determinada por el conflicto con las FARC. Gustavo Petro, exguerrillero, alcalde de izquierda de Bogotá entre 2012 y 2015, ya derrotado en 2018, lidera las encuestas por delante del presidente saliente Iván Duque.
Pobreza descontrolada, debacle sanitario, polarización social, caos económico… La sociedad brasileña está en crisis, incluso en confrontación.
Jean-Christophe Gallien
Pero es precisamente en Brasil, el gigante continental y sus más de 220 millones de habitantes, donde se libra una campaña electoral probablemente muy violenta, que será de central importancia tanto para América Latina como para EE.UU. y en general para la reorientación de una nueva globalización. Jair Bolsonaro, el actual presidente de extrema derecha, se ha convertido en un extraño en la carrera por su propia reelección. Pobreza descontrolada, debacle sanitario, polarización social, caos económico… La sociedad brasileña está en crisis, incluso en confrontación.
Es el expresidente, recién salido de prisión, el ícono Lula, quien puede movilizar mucho más allá de las fuerzas de izquierda y a quien las encuestas colocan en gran medida en una posición ganadora para esta elección, prevista para fines de octubre próximo.
Como Rusia está demasiado distante y centrada principalmente en África y Oriente Medio, China podría ser la gran ganadora de esta agitación regional al amenazar el dominio estadounidense en sus “tierras privadas”. Movilizados por el desafío económico, los nuevos líderes de la estrategia global de China parecen muy abiertos a pedir prestado e invertir en infraestructura y tal vez incluso en colaboración tecnológica o incluso en seguridad. Es un verdadero desafío geopolítico, cerrado esta vez para Estados Unidos, al que también le resultará mucho más difícil continuar con su presión aislada sobre sus oponentes en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
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