La invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto la gran vulnerabilidad energética de Europa, que importa grandes cantidades de gas y petróleo de Rusia. ¿Qué margen de maniobra tiene hoy para liberarse de esta dependencia?
Rusia suministra el 40% del gas y el 30% del petróleo consumido en Europa. A corto plazo, el abandono de los hidrocarburos rusos solo es posible a condición de tomar medidas contundentes dignas de una economía de guerra: imponer a ciudadanos e industriales un racionamiento drástico de su consumo energético, con todos los riesgos recesivos y sociales que ello conlleva. Este no es el camino que los líderes europeos quieren favorecer.
A más largo plazo, los europeos tienen una poderosa palanca para reducir su vulnerabilidad: la transición ecológica. Sabemos desde hace años que la eliminación gradual de los combustibles fósiles es una necesidad absoluta en la lucha contra el calentamiento global. El clima es motivo suficiente para la descarbonización, pero la crisis actual demuestra que no es la única. Las amenazas a nuestra seguridad de suministro son otra. Europa hoy se abastece de una nación, Rusia, que no la quiere bien, y de otros países productores cuyos recursos se están agotando. Esta crisis es un horrible recordatorio: nuestro uso demente de la energía y la dependencia de los combustibles fósiles nos pone en riesgo. Cuanto menos necesitamos los combustibles fósiles, m
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