La Palabra de Cristo, es decir, las Escrituras, debe morar ricamente en cada creyente. La Palabra de Dios debe impregnar cada aspecto de la vida del creyente y controlar cada pensamiento, palabra y acción (ver Salmo 119:11; Filipenses 2:16; 2 Timoteo 2:15).
Pablo establece una estrecha conexión entre el perdón, el amor y la paz. El perdón y el amor crean la paz que tiende a la unidad (Colosenses 3:15a). Esto se expresa en la edificación mutua por la palabra de Cristo, es decir, el evangelio (Colosenses 3:16a). Pablo enfatiza muy fuertemente la importancia de la palabra, porque sin ella no hay edificación. Los Colosenses, enseñados y advertidos por Pablo a través de la Palabra (Colosenses 1:5, 25, 28), deben a su vez enseñarse y advertirse unos a otros. Así llegarán al conocimiento (Colosenses 1:9).
Pablo pide que se enseñe y amoneste en las iglesias cristianas (como afirma más específicamente Efesios 5:19) a través de varios tipos de cánticos. Él identifica tres categorías: los salmos que los judíos cantaban para glorificar a Dios, los himnos que los primeros cristianos compusieron y usaron en su liturgia y, finalmente, los cánticos espirituales. Hay poca información sobre esto. Algunos piensan que cantar en lenguas es como orar en lenguas.
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