Colombia: cambio de política a pesar de la falta de mayoría parlamentaria

La elección de un presidente de izquierda en Colombia es un acontecimiento histórico. Tras seis meses en el poder del nuevo ejecutivo, Jean-Jacques Kourliandsky, director del Observatorio de América Latina de la Fundación, analiza las primeras medidas tomadas y recuerda las dificultades que plantea la falta de mayoría parlamentaria, como también ocurre en Brasil y Chile.

En Colombia, Gustavo Petro, candidato de la izquierda colombiana unida en una coalición electoral, el “Pacto Histórico”, ganó las elecciones presidenciales el 19 de junio de 2022. Esta victoria se logró tras una difícil lucha contra un candidato del nuevo extremo latinoamericano. .Cierto, Rodolfo Hernández. De hecho, Gustavo Petro ganó “en el alambre”, recibiendo el 50,44% de los votos. El “Pacto Histórico” logró un resultado alentador, pero no tiene mayoría en el Parlamento. Se negociaron acuerdos con otras fuerzas centristas y más allá, particularmente con los partidos Liberal y Conservador.

Esta situación se ha convertido en la norma en los últimos meses para los cambios latinoamericanos, que en el lenguaje común se denominan “de izquierda”. Sin embargo, los jefes de Estado recién elegidos –Luis Inácio Lula da Silva en Brasil, Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú y Gustavo Petro en Colombia– no tienen vía libre para implementar sus programas electorales. Durante su visita a México, el Presidente chileno recordó la gravedad de esta limitación parlamentaria: “No debemos creer que todo irá bien. Si vemos los resultados de las elecciones en Chile, Brasil y Perú, incluso si ganáramos las elecciones presidenciales, los sectores de derecha o más conservadores siguen siendo muy influyentes”.

Gustavo Petro, jugador ofensivo desde el primer día de su gestión

El presidente colombiano está en minoría en el parlamento. A pesar de un resultado sin precedentes, la izquierda colombiana sigue claramente en minoría. Como la constitución le permitía, Gustavo Petro negoció la benévola neutralidad del centro liberal y las fuerzas más derechistas, el Partido Conservador, desde el día de su elección, el 19 de junio de 2022, hasta su toma de posesión el 7 de agosto. Cambio radical Y Partido de la U. Sólo el Centro Democrático, la derecha radical de los expresidentes Álvaro Uribe e Iván Duque, se posicionó como opositor desde el principio. El hecho es que el centro y sus aliados de centroderecha ciertamente no están preparados para apoyar las políticas presidenciales de izquierda anunciadas en el “Pacto Histórico”.

Pero cuando asumió el cargo el 7 de agosto de 2022, Gustavo Petro “tomó el toro por los cuernos”. Multiplicó las propuestas, las iniciativas progresistas, creando una dinámica que se impuso a su coalición ideológicamente compuesta. Al principio, el 8 de agosto, presentó y aprobó un proyecto de ley de reforma tributaria para financiar sus políticas ambientales y sociales y consolidar la paz firmada por el presidente Santos y la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en 2016.

Equipado con lo que llamó una “base de financiación” tras la aprobación de esta reforma, comprometió a su país con el doble camino de la justicia climática y la justicia social.

En el frente ambiental, estableció una asignación anual de 200 millones de dólares destinados a administradores de la naturaleza, pequeños agricultores y comunidades indígenas de la Amazonía colombiana. Las víctimas de “desastres naturales” se beneficiarán de asistencia multidimensional. Se ha presentado un proyecto de ley en el parlamento que prohibiría la fracturación hidráulica.

En el aspecto social, se lanzó un plan nacional de desarrollo, invitando a la población a un diálogo descentralizado. Los fondos obtenidos gracias a la reforma fiscal también permiten la recompra de tierras por parte del Estado para implementar la reforma agraria que se incluyó en los acuerdos de paz de 2016 -pero poca y mal implementada- y proponer un nuevo enfoque de la ley de vivienda, una ley preventiva de salud. programa y un plan de ingreso universal. Otro gesto que en muchos sentidos es “histórico” en Colombia es el acceso de las minorías indígenas, afrocolombianas y campesinas a posiciones de liderazgo político. Así lo evidencia la figura de la nueva vicepresidenta Francia Márquez, ambientalista, feminista y activista afrocolombiana.

Al mismo tiempo, Gustavo Petro aprobó una ley para la paz total, reactivando los acuerdos firmados en 2016 entre el entonces gobierno y la guerrilla de las FARC, que su antecesor derechista Iván Duque había practicado la eutanasia voluntariamente. También retomó el diálogo con la guerrilla del ELN (Ejército de Liberación Nacional). Redefinió el alcance de la lucha antidrogas y puso énfasis en neutralizar los corredores marítimos utilizados por los narcotraficantes. Desde el primer mes de asumir el cargo, también se hizo cargo de las fuerzas armadas y la policía. Casi 50 generales fueron despedidos y se anunció un plan de seguridad humana que desvió a los ejércitos de mantener el orden interno. Se aumentaron los salarios de los militares y la policía y se afirmó su derecho a la educación universitaria.

Estas diferentes áreas de trabajo fueron acompañadas de iniciativas y propuestas destinadas a darles una base internacional, tanto en las Naciones Unidas como en la Cop 27. Colombia ratificó así los Acuerdos de Escazú, garantizando la seguridad de los activistas ambientales en América Latina. Pensamos también en la propuesta de conferencia sobre el fracaso de la política antidrogas o en las propuestas de consultas interamericanas e internacionales sobre la Amazonía. Cabe destacar la reanudación de las relaciones bilaterales con Venezuela desde finales de agosto de 2022, suspendidas por su antecesor, con efectos positivos para la agricultura colombiana, que tradicionalmente exporta su producción al vecino venezolano, y el diálogo abierto en Caracas con el ELN.

Entre velocidad y prisa, “baches” y riesgo de avería

Sin embargo, estas decisiones en ocasiones han inquietado y causado confusión. Por ejemplo, el embajador Armando Benedetti, designado por Gustavo Petro en Venezuela, dijo: “Petro está haciendo un trabajo ejemplar, pero me cuesta entender la coherencia del gobierno”. Se podría pensar que no hay gobierno. »

En su campo político, quienes, en vista del programa electoral, esperaban una ruptura con el extractivismo y, por tanto, el cese de las actividades petroleras y carboníferas, se sienten decepcionados. ¿Pero puede Colombia renunciar por completo a las regalías de las empresas petroleras y mineras? Sin estos ingresos, ¿cómo podrían financiarse los proyectos sociales, la paz integral y la reforma agraria deseada por el nuevo presidente electo? También sorprendió la negociación sobre la compra de tierras a quienes se las habían apropiado mediante la fuerza paramilitar.

A nivel internacional, la multitud de propuestas interesantes, pero no coordinadas con los líderes latinoamericanos en general y con los presidentes progresistas recientemente elegidos en particular, ha planteado muchos interrogantes. El viaje de Gustavo Petro a México para reunirse con sus colegas chilenos y mexicanos pudo haber permitido corregir al menos parcialmente este déficit de cooperación.

Sin embargo, el balance de los primeros cien días del presidente colombiano Gustavo Petro puede considerarse doblemente positivo. En primer lugar, porque de momento y pese a un contexto parlamentario desfavorable, ha conseguido eliminar la coacción. Luego, porque logró cumplir una serie de promesas que hizo durante la campaña electoral. Sus homólogos argentino, brasileño, chileno y peruano hasta ahora no han podido superar un contexto similar al de Colombia, es decir, el obstáculo parlamentario de la oposición de derecha a un jefe de Estado progresista. El presidente argentino perdió su mayoría en el Congreso en 2021, Brasil ha luchado por formar un gobierno que integre izquierda y derecha desde su elección en octubre de 2022, el presidente chileno perdió repentinamente un referéndum constitucional en septiembre de 2022 y el jefe del Estado peruano ha Ha estado durante un año y medio paralizado porque el Parlamento le impidió despedirlo (lo que logró hacer desde que el presidente Pedro Castillo fue despedido el 7 de diciembre).

Alfredo Arjona

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