Es una elección que se desarrolla a más de 600 kilómetros de Lyon, pero que inevitablemente se siguió en el Hôtel de Ville.
Este domingo se realizaron elecciones locales en Barcelona, España. Y la alcaldesa saliente Ada Colau (compartida para Barcelona, nota del editor NUPES por así decirlo) perdió a pesar de las encuestas positivas. Se inclina ante el exalcalde independentista derechista Xavier Trias. Cabe señalar que una reconciliación de la izquierda no podría garantizarles suficientes escaños para encontrar su mantón de edil.
A diferencia de Jean-Luc Mélenchon, Grégory Doucet no publicó un mensaje de apoyo en las redes sociales antes de la votación.
¿Por qué el alcalde de Lyon, consciente del medio ambiente, debería analizar este resultado? Primero, porque pierde un aliado internacional clave. Grégory Doucet viajó a Barcelona con una delegación el pasado mes de noviembre para debatir con Ada Colau y, en particular, inspirarse en su obra iniciada en 2015 “Construir una ciudad para los niños” con el uso masivo de supermanzanas santificando las manzanas excluyendo el tráfico de automóviles.
Un caluroso encuentro con la Alcaldesa de Barcelona @AdaColau 💜
“La amistad entre nuestras ciudades nos ha llevado más a la ecología. Las ciudades están por delante del futuro de la Europa ideal”. pic.twitter.com/Z7SK9cTA04
— Gregorio Doucet (@Gregorydoucet) 15 de noviembre de 2022
Si la disensión dentro de la izquierda catalana explica en parte la derrota de Ada Colau, la oposición popular al endurecimiento de la política local también juega un papel importante.
Evidentemente, Ada Colau se había ocupado de la importancia del coche en la ciudad, pero también de lo que forma parte de la identidad de Barcelona: el turismo. Luchó contra Airbnb y el turismo de masas, quería en particular bloquear el flujo de transbordadores e hizo campaña por la decadencia de la capital catalana. Pero eso es exactamente lo que Grégory Doucet y Bruno Bernard aplican al calzador en Lyon.
Lyon no es Barcelona y los lioneses no son los barceloneses. Pero si está inspirado por una política rechazada en las urnas, tiene sentido preguntarse si no corre el riesgo de sufrir el mismo destino.
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