Con su pequeño puerto pesquero artesanal, sus coloridos barcos y su zona de surf, la Bahía de Chancay, en el centro de la costa peruana, todavía tiene la sensación de una ciudad turística. El paseo marítimo frente al Océano Pacífico está repleto de pequeños restaurantes donde la gente se afana preparando el mejor ceviche a la hora del almuerzo. [le plat national péruvien à base de poisson cru]. Es difícil imaginar que Chancay, con sus 50.000 habitantes, esté destinado a convertirse en un centro neurálgico del comercio marítimo internacional que unirá el Pacífico, Asia y Oceanía. Sin embargo, bajo la influencia de perforadoras, camiones y grúas que trabajan día y noche, la bahía ya ha comenzado a cambiar.
Detrás de este faraónico proyecto valorado en 3.600 millones de dólares (3.260 millones de francos) se encuentra el gigante estatal chino Cosco Shipping Ports, que posee el 60% de las acciones. El 40% restante está en manos del Grupo Volcan, una minera peruana cuyo accionista mayoritario es la anglosuiza Glencore.
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