Aislacionista en apariencia, el trumpismo estadounidense persigue, sin embargo, una actividad internacional bastante intensa y novedosa, de la que es testimonio la proliferación de conferencias en el extranjero. La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) no solo invita a los no estadounidenses a intervenir en Estados Unidos (Marion Maréchal, por ejemplo), sino que aprovecha un evento en Budapest y otro en Ciudad de México para dar voz a los reaccionarios de derecha de América Central y del Sur. Y esto en momentos en que el progresismo está en auge en el continente latinoamericano en Colombia, Brasil y Chile, mientras que dentro de un año Argentina elegirá a su presidente.
Es cierto que en esta parte del mundo no todos los líderes etiquetados como “izquierda populista” son dechados de virtud: debemos luchar contra los sátrapas venezolanos y nicaragüenses y el inclasificable salvadoreño Nayib Bukele. Sin embargo, dado que los republicanos estadounidenses son tan rápidos como los conservadores latinoamericanos para ver el “comunismo” en todas partes, incluso cuando simplemente se aferran al genuino progresismo económico y social, la conferencia de la Ciudad de México del 18 al 19 de noviembre es un buen recordatorio de esa Era del mundo anti. -Liga Comunista (WACL) y ayuda estadounidense a los “Contras” nicaragüenses en el marco más amplio de la “lucha antisubversiva”.
Tres estadounidenses en la maniobra: el conocido Steve Bannon; el representante de Tennessee Mark Green, un “pro-vida” que era tan torpe al hablar que Trump tuvo que retractarse para nombrarlo secretario de defensa; y Senador de Texas e hijo del emigrado cubano Ted Cruz. O una derecha religiosa calibrada para hablar a los dos componentes del conservadurismo latinoamericano: los católicos (como Bannon) y los evangélicos “cristianos renacidos” (Cruz es bautista). Con el guatemalteco Alejandro Giammattei, estará presente un jefe de Estado cuyo programa marcará la pauta: utilizar el ejército para mantener el orden, negar los derechos de las personas LGBT e introducir la pena de muerte. Oficialmente, su programa súper seguro tiene como objetivo erradicar las pandillas, un objetivo loable. Y quiere luchar contra la pobreza para evitar la inmigración masiva: muy bien. Con esta especificación de que todo esto se superpone con la política migratoria de Trump y que la presencia de varios latinos de EE. UU. entre los oradores también señala un objetivo político interno: la elección latino-conservadora que acaba de celebrarse durante los “Midterms” de la derecha. .
El CPAC de México está respaldado por tres pesos pesados del Cono Sur: la familia Bolsonaro, el Partido Republicano chileno y el libertario argentino Javier Milei, una probable derrota en las próximas elecciones presidenciales. En su proyecto cuenta con el apoyo de think tanks europeos: escucharemos a Miklós Szánthó, un amigo cercano de Orbán que no oculta su ambición de hacer de Hungría un modelo a seguir “Libertad cristiana”. Y un representante del think tank Nazione Futura, aliado de Meloni: Esto es importante dada la gran población latinoamericana que viene de la península. Y Juan Ángel Gómez de la Fundación Disenso, el ultraderechista español de Vox. Después de todo, ni Zemmour ni el RN estarán allí. Pero Lech Walesa se irá, y su aura de luchador anticomunista es una garantía inesperada de este intento real de estructurar una ley marcial latinoamericana. •
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