Es no El domingo 4 de septiembre, los chilenos rechazaron mayoritariamente, con hasta un 62%, el proyecto de una nueva constitución, progresista, feminista, ecológica y social, que fue elaborado durante un año por una Asamblea Paritaria de Ciudadanos elegida democráticamente. Este histórico referéndum marca el final de un gran capítulo abierto con la inédita revuelta de 2019 contra las desigualdades sociales y el modelo neoliberal. Esto quedó plasmado en la constitución, que fue aprobada en 1980 en medio de la dictadura (1973-1990) y, por lo tanto, sigue siendo la guía del país de 19 millones de personas en la actualidad. Los numerosos cambios de los que es consciente no parten de su pilar, el de un Estado “Subsidiario”que viene después del sector privado.
“¡Chi-chi-chi, le-le-le!” ¡Viva Chile! » (“¡Viva Chile! »), en Santiago, cerca de la sede de los simpatizantes del rechazo (“Me niego” el texto propuesto), los manifestantes animan y ondean banderas chilenas. “¡Estoy feliz! Somos una sola nación, la Mapuche [population autochtone] somos chilenos, la plurinacionalidad no existe”, reclama Andrés Ovalle, ingeniero industrial de 47 años, en referencia al reconocimiento de los indígenas (casi el 13% de la población) y los nuevos derechos que les afectan en el texto sometido a votación. Una de las propuestas más criticadas por los chilenos rechazo.
“Esta constitución fue sesgada, trajo demasiados derechos a las minorías, las mujeres, los pueblos indígenas y las minorías sexuales”., agrega Carla Robledo, abogada de 44 años. Educación, salud, jubilación, vivienda: según el empresario José Venegas, de 55 años, los nuevos derechos sociales consagrados en la propuesta ciertamente llevarían al país por un camino peligroso. “Estoy aliviado. ¡De lo contrario corremos el riesgo de convertirnos en Argentina o Venezuela! Vemos a la izquierda destruyendo otros países”, él dijo. Los autos tocan las bocinas en las calles de esta parte rica de la capital y las banderas chilenas ondean en las ventanas.
Dificultad para construir una relación de confianza.
“El texto propuesto no logró superar la imagen de una asamblea constituyente polarizada, desfigurada por la mentira y la renuncia de uno de sus miembros”., analiza Cecilia Osorio Gonnet, politóloga de la Universidad de Chile. Rodrigo Rojas Vade, ícono de la revuelta social de 2019, en realidad afirmó tener cáncer, lo que impulsó su popularidad cuando lo inventaron desde cero. Además, se llamó especialmente la atención sobre la falta de voluntad de compromiso por parte de algunos funcionarios electos de izquierda e independientes que presentaron propuestas consideradas demasiado radicales y poco dispuestas a negociar con la derecha.
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