Solo hay una cosa de los veinte presidentes Una liga Estoy de acuerdo: es el hecho de que no estás de acuerdo en nada. La paradoja explica la decisión de defender una mayoría cualificada de dos tercios para aprobar una resolución. Es el clímax de la división o, si se prefiere, una muestra orgullosa de impotencia. Como nadie quiere ser coaccionado por los demás, todos se sienten seguros sabiendo que una minoría de siete clubes puede bloquear la voluntad de una mayoría de trece.
En perfecta sintonía con la tontería que ofrece la política para olvidar en una semana bulliciosa, el fútbol está encabezado por el Manifiesto de la Obstrucción de la Democracia, que tiene su vocabulario y gramática en poder de veto. Y acaba puntualmente rehén de sí mismo, con un agravante en términos políticos: mientras éstos encuentran cobijo de sus sobresaltos bajo el paraguas institucional de Sergio Mattarella, la clase dominante del fútbol no reconoce ninguna necesidad institucional, narcisistamente celosa de su caótica anarquía. De hecho, niega y niega la federación, que le pide que respete el principio de la mayoría absoluta. No en todas las cuestiones -porque se mantendría la mayoría cualificada para las decisiones más relevantes como los derechos de TV, los estatutos y los criterios de ascenso y descenso-, pero al menos para las pruebas ordinarias. Donde el cincuenta por ciento más uno de los miembros debe tener la facultad de deliberar y hacer cumplir sus decisiones.
Basta con elegir al jefe de Estado mayoria absoluta Después de la tercera votación, para elegir el color de la bola, los presidentes preguntan al calificado. Porque temen cualquier decisión mayoritaria y de bloqueo les parece una vía de escape para hacer valer su astucia individual. Su visión regresiva de la democracia coincide con el estado de naturaleza donde la trampa triunfa sobre el compromiso. Por lo tanto, desconociendo todo el protocolo y las reglas de procedimiento, impugnaron la decisión federal con una carta al gobierno y al Presidente de la Conien la que aparece en la parte inferior el nombre de los veinte clubes de la Serie A, pero no el de presidente de la liga se supone que ella representa Pablo del Pino.
“La demanda del gobierno federal no es conforme a derecho”, escriben en este manifiesto de la conjura que, con el descuido del tiempo, corta de la ley la forma que mejor conviene a su propia conveniencia. La carta llega a muchos, salvo a la autoridad que los clubes quieren oponer, el presidente gabriele gravina. Cuya culpa es la vulneración de la autonomía empresarial, la imposición de reglas de eficiencia y sentido común frente al carácter procesal del sistema. Según el gobierno federal, cualquiera que evoque la imagen de una reunión de condominio en este punto generalmente está equivocado. Incluso los condominios, atraídos por los súper bonos, podrían estar de acuerdo en algo.
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