En el desierto de Atacama, en el norte de Chile, termina la ropa casi nueva o casi nueva que nadie quiere. El país ha sido un centro para los textiles de todo el mundo durante años. Los bienes no vendidos se entierran en la arena o se queman, con consecuencias fatales para los residentes y el medio ambiente.
En medio del desierto de Atacama, en el norte de Chile, Juan José Saldana, de 38 años, busca basura. Más específicamente, ropa arrojada ilegalmente en la región. Su objetivo: advertir de las devastadoras consecuencias del “fast fashion”. Porque la ropa que nadie en los países ricos quiere acaba en su país. Los artículos que apenas se usan o nunca se encuentran terminan en la arena, se queman o simplemente se tiran.
Estos textiles provienen principalmente de Europa y Estados Unidos. Los importadores los traen al país a través de la zona de libre comercio en el norte de Chile para vender en el continente sudamericano. Pero de ninguna manera todo se puede reciclar. Y como en Chile no hay controles, los importadores pagan a los conductores locales para que transporten la mercancía ilegalmente al desierto. Como resume José Saldana, no es más que enviar estas prendas a Sudamérica para deshacerse de ellas.
Mientras tanto, el “Fast Fashion” está en auge en Madrid. La estudiante de moda y diseño María Rodríguez Mateo sabe que su consumismo es malo para el medio ambiente. Sin embargo, cree que la responsabilidad es de los fabricantes y que los que obtienen beneficios también deben encontrar soluciones.
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