El resultado del referéndum constitucional en Chile beneficia a la derecha. Incluso si su plan fracasaba, no querían reformas sociales.
El pueblo chileno rechazó el proyecto de constitución elaborado por los partidos de derecha. Esto significa que el segundo intento de cambiar los principios políticos que han dado forma al país desde la dictadura militar entre 1973 y 1990 tras el levantamiento social de 2019 ha fracasado. Por ahora, la constitución adoptada por Pinochet en 1980 sigue vigente.
El presidente Gabriel Boric ha dejado claro que no habrá más intentos de modificar la Ley Fundamental durante su mandato. Ya no queda rastro del optimismo de las protestas de hace cuatro años.
El resultado electoral deja un regusto amargo. Desde la perspectiva de la izquierda, es positivo que el texto de la derecha fuera rechazado porque habría legitimado democráticamente el rumbo neoliberal del pasado y habría restringido aún más los derechos sociales. Sin embargo, el resultado no es motivo de celebración. Mucha gente está frustrada, decepcionada y cansada de la política. Cincuenta años después del golpe militar, las normas constitucionales de la dictadura siguen vigentes. Todavía no hay solución a los problemas que llevaron a millones de personas a protestar en 2019. La educación, las pensiones y la atención sanitaria siguen privatizándose, la población indígena prácticamente no tiene derechos y la desigualdad social sigue aumentando.
Por tanto, el resultado del referéndum no es una derrota para la derecha. Aún así ganaron aquellos que nunca quisieron un cambio constitucional y aprobaron el legado de Pinochet. Porque todo queda como está. Y los partidos de oposición de derecha tienen una fuerte influencia política. El presidente de izquierda Gabriel Boric no tiene mayoría en ambas cámaras del parlamento y aún no ha podido implementar las reformas que anunció. Ahora debe encontrar una manera de implementar reformas políticas a través de la legislación.
Mientras no haya cambios estructurales, el descontento de la población chilena seguirá creciendo. Y tarde o temprano la ira reprimida se reflejará nuevamente en las protestas en las calles.
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