por Paolo Menchi –
Una vez más, Perú ha atravesado una crisis política que podría haber llevado al derrocamiento del presidente Castillo apenas unos meses después de su elección.
Fue la parlamentaria del grupo derechista “Avanza País” Patricia Chirinos, inmediatamente apoyada por la líder de la “Fuerza Popular” Keiko Fujimori, quien ya había sido derrotada en la votación en las pasadas elecciones, quien presentó una moción de no confianza con un artículo de la constitución, que permite que el parlamento permita que el presidente en ejercicio sea despedido por “incompetencia moral”.
Castillo ha sido acusado de no ser digno de la presidencia por nombrar ministros de alguna manera vinculados al terrorismo, por apelar políticamente al régimen antidemocrático de Venezuela sobre supuestos favores a algunas empresas en impuestos y algunos ascensos inmerecidos en el ejército.
La facultad constitucional de que el Parlamento exija la destitución del Presidente solo se ha utilizado tres veces desde 1823 hasta 2003 (una vez en 2000 contra Fujimori, luego en el exterior y quien renunció por fax), pero en las últimas cinco años se ha utilizado. cinco veces, con éxito alternado, por la oposición fujimorista y suelos aliados para eliminar competidores.
Lo absurdo es que entre los acusadores por incompetencia moral está Keiko Fujimori, quien no solo nunca se distanció de su padre, ya condenado por delitos de lesa humanidad durante su presidencia, sino también porque en su contra por delitos conexos identificados con lavado de dinero. de dinero sucio y corrupción y enfrenta el juicio correspondiente.
Se suponía que la votación de ayer en el Senado aprobaría o rechazaría el debate en el Parlamento y luego conduciría a la votación final sobre el juicio político, pero no habrá tal sesión del Parlamento porque requiere la aprobación de al menos el 40% de los presentes (128). ), pero solo 46 de los 52 votos necesarios votaron a favor del juicio político.
Parece que Castillo, quien fue elegido en julio pasado, simplemente está incapacitado ya que ha pasado por otras crisis que resultaron en la destitución de dos primeros ministros y una reorganización del gobierno.
Los aliados de la centroizquierda reiteraron su apoyo al gobierno, criticando las maniobras de la oposición, que desde el primer día apuntaron a la destitución de Castillo, al tiempo que querían dejar claro que su apoyo no era un cheque en blanco y que el presidente debía enfrentarlo. día a día merecen la confirmación de su confianza.
Aunque Castillo ha bajado mucho el tono de las declaraciones y actitudes públicas relacionadas con la fase de campaña, en ocasiones mantiene comportamientos incompatibles con su figura institucional, alineándose con la oposición, que cuenta con un gran número de votos en el Parlamento y que siempre está dispuesta a denunciar comportamientos irregulares. por ejemplo, cuando Castillo usó un apartamento para reuniones políticas en lugar del palacio de gobierno en los primeros días después de su elección, que había sido su baluarte durante la campaña electoral.
Una postura menos inconformista ciertamente podría beneficiar a Castillo, al gobierno ya todo el Perú, que necesita certeza política para salir de una severa crisis económica.
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