En el concepto de moda del “Sur Global”, ese mundo no occidental que expresa su desconfianza hacia Occidente, Brasil ocupa un lugar predilecto. Y su presidente, Lula, que volvió al poder en enero, no tardó en demostrarlo.
Lula está en China esta semana en un momento en que las relaciones de poder se están redefiniendo en el nuevo siglo. Brasil y China son miembros de BRICS, el club de países emergentes que también incluye a Sudáfrica, India y Rusia.
Cuando surgieron los países BRICS en la década de 2000, cuando Lula llegó al poder, él creía que estaba cargando los heraldos de un mundo alternativo. El club no cumplió sus promesas, particularmente dado el peso desproporcionado de China en comparación con sus socios y sus ambiciones de convertirse en una superpotencia.
Volviendo a los negocios, Lula se dirigió rápidamente a Beijing, aunque después de un viaje inicial a Washington. Y sus declaraciones demuestran que no ha perdido su visión de un mundo posoccidental en el que los países BRICS ocuparían un lugar central.
La relación chino-brasileña ha sido la mayor relación comercial Sur-Sur del mundo durante años: 150.000 millones de dólares al año, en beneficio de Brasil. Después de los años no buenos de Bolsonaro, Lula se interesó inicialmente en fortalecerlo. La confianza vuelve con Lula.
Sobre todo, sin embargo, Lula ha desarrollado una idea que no solo es importante para China: poner fin al dominio del dios dólar sobre las finanzas globales. El presidente brasileño le dedicó una parte importante de su discurso, preguntando con falsa ingenuidad: “Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que comerciar en dólares. ¿Por qué no podemos comerciar en nuestra propia moneda?”. ¿Quién decidió un día que el dólar sería la moneda de referencia cuando desapareció el patrón oro? »
Lo más interesante es que pronunció estas palabras entre fuertes aplausos en la sede del banco de desarrollo BRICS, una institución que rivaliza con la de Brenton Woods y establecida después de la guerra, incluido el Banco Mundial. Y asistió a la toma de posesión del nuevo titular del banco BRICS, que no es otro que la expresidenta brasileña Dilma Roussef.
El club de los países emergentes está ciertamente lleno de contradicciones, incluso si se cuenta a Rusia entre sus miembros: está sujeto a sanciones y su presidente está procesado por la Corte Penal Internacional, lo que dificulta la celebración de la próxima cumbre de la organización en Sudáfrica. Asimismo, los países BRICS incluyen países democráticos como Brasil y países totalitarios como China.
Pero eso no impide que este momento sea especial. La guerra en Ucrania ha reorganizado las cartas y ha revivido las ambiciones de quienes desafían el orden mundial occidental.
El tema de la dolarización del comercio es un caballo de batalla chino. Cada vez más utilizado, el yuan chino está en camino de superar al euro en las bolsas de valores. En la entrevista que nos concedió la semana pasada tras regresar de Pekín, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo esta frase que pasó desapercibida: “No debemos confiar en la extraterritorialidad del dólar”.
Pequeños toques intentan establecer nuevos equilibrios multipolares. Tenemos que seguir las iniciativas de Lula para ver si tienen posibilidades de éxito, si el segundo intento es el correcto.
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