– “Dejado atrás” –
“De la noche a la mañana nos dijeron que iban a cerrar”, dice Pedro Castillo, de 62 años, 36 de los cuales trabajaba como operador de grúa para la empresa portuaria Somarco, subcontratista de Engie en Tocopilla, un pueblo de 25.000 habitantes donde sólo hay una central eléctrica a carbón. todavía funciona.
Pertenece a la empresa estadounidense AES y su cierre está previsto para marzo. La empresa no respondió a las preguntas de la AFP.
Somarco todavía emplea en este puerto casi en desuso a unas sesenta personas, que normalmente se encargan de recibir el carbón, que luego se quema en las centrales eléctricas que abastecen a las minas de cobre de los alrededores, de las que el país es el mayor productor del mundo. Pero los demás se sienten abandonados.
“Engie sólo se preocupaba por sus empleados, los agentes que realmente trabajaban en el carbón estaban desatendidos”, dijo a la AFP, explicando que fue a trabajar a pesar de la falta de actividad.
“Es como ser un viejecito esperando el día de la muerte”, describe el hombre, que también es presidente del sindicato de trabajadores portuarios de la pequeña ciudad.
Con el cierre de sus cuatro unidades, Engie despidió a un centenar de empleados: un tercio se benefició de un plan de jubilación anticipada, un tercio recibió formación para otros puestos de trabajo dentro o fuera del grupo y el resto se benefició de un plan de salida voluntaria.
Entrevistado por la AFP, el grupo francés se declaró “consciente” del “impacto social” del proceso de descarbonización.
Mientras se prepara para su último día de trabajo, Juan Hidalgo, de 48 años, director interino del muelle, habla de su “desencanto” por las promesas “incumplidas” del Estado.
“Sin reentrenamiento, sin mudanzas, sin indemnización por despido, sin provisión de jubilación”, enumera, no lejos de los pescadores lanzando sus cañas de pescar bajo la mirada de imponentes buitres pelirrojos.
-“Retos que es necesario superar”-
“El problema en Chile en materia de transición es el de la subcontratación”, confirma Alejandro Ochoa, responsable de temas ambientales y de transición justa de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el sindicato más poderoso del país.
“Las empresas se preocupan por sus trabajadores y la descarbonización pasa más por ellos que por la planificación gubernamental”.
Según él, por cada cincuenta personas que trabajan en una central eléctrica de carbón, hay 150 trabajadores temporales y 450 empleos indirectos. “Esto significa que 600 trabajadores están excluidos de cualquier medida”, señala.
En un reciente encuentro con la prensa francesa en Santiago, el ministro de Energía, Diego Pardow, reconoció que “quedan muchos desafíos por superar” y se refirió a un plan para una “transición socioecológica justa” para Tocopilla, que brindará asistencia para la reintegración de empresas, etc. .proporciona al sector turístico. Mencionó proyectos de energía limpia.
Engie, por su parte, anunció proyectos de transformación de sus “terrenos descontaminados” en Tocopilla.
La directora general para Chile, Rosaline Corinthien, mencionó las actividades de almacenamiento de hidrógeno o baterías.
La energética chilena Colbún, que no ha anunciado una fecha de cierre de su única central eléctrica a carbón en el país al sur de Santiago, está considerando “otros combustibles” para su planta, como hidrógeno o pellets de madera.
“Todo lo que sea bueno para el planeta es bueno, pero no dejemos a la gente atrás”, aboga Pedro Castillo.
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