En las comunidades más pobres de la periferia de Santiago, los camiones recogen desde hace muchos años los biorresiduos de los vecinos: la ciudad de La Pintana es un ejemplo de reciclaje en Chile, el país con el mayor volumen de residuos que recicla la región, pero solo un pequeña fracción de ella y más allá.
Arrojadas en botes de basura, cajas o incluso bolsas de plástico y luego colgadas en puertas o árboles, las pieles de papas, aguacates, naranjas u otras frutas o verduras se han recolectado todos los días durante los últimos 17 años.
Los residuos orgánicos representan la mitad de todos los desechos que produce cada familia en esta ciudad de cerca de 190.000 habitantes, de los cuales poco más del 15% vive en la pobreza, la tasa más alta de la capital chilena y su periferia.
La Pintana, uno de los primeros municipios de Santiago en organizar tal recolección, también cuenta con un vivero municipal construido sobre un antiguo basurero. Este último suministra anualmente 100.000 plantas de 400 especies diferentes, que luego se utilizan para reverdecer la ciudad.
“Es muy importante para mí que la ciudad haya tomado esta iniciativa de gestión ambiental y haya motivado a los residentes a hacer esto bien”, dijo Escarlett Isler, una trabajadora de recolección de la ciudad, desde el escalón en la parte trasera del camión volquete cargado.
“La gente ha cambiado, ahora se ocupa del reciclaje y ya no tira la verdura a la ‘basura normal'”, asegura José Vera, propietario de una pequeña frutería, tras sacar a la calle dos grandes cajas llenas de residuos orgánicos.
El programa municipal ha logrado crear una cultura del reciclaje en un país que, según el Ministerio de Medio Ambiente, produce una media de 1,13 kg de residuos por persona al día y solo recicla el 0,8% de estos.
Una vez finalizada la recolección, los volquetes regresan a la sede de la Dirección General de Medio Ambiente (DIGA) para entregar su carga. Después de una clasificación sumaria en la papelera, los residuos se vierten en carretillas y luego se transportan a una zona de compostaje, que se realiza con lombrices.
“Este trabajo nos da riqueza, nos da alegría. Los jardines mejoran la ciudad”, se entusiasma Jeannette González, una trabajadora municipal que planta un callejón cerca de un edificio deportivo municipal.
– circulo virtuoso –
Chile es el país sudamericano que más residuos produce según el Banco Mundial, mientras que en materia de reciclaje está muy por debajo del promedio latinoamericano del 4% según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Gracias a este proyecto, la comunidad de La Pintana recicla unas 20 toneladas de residuos orgánicos al día, ahorrando unos $100.000 al año, que luego reinvierte en la comunidad.
“Cuando asumimos esta administración, era una comunidad donde había un vertedero cada 200 metros. Hoy ya no vemos eso”, dice a la AFP la alcaldesa Claudia Pizarro, cuya ciudad ha recibido varios premios internacionales por este programa.
“Es un ciclo virtuoso: la gente ve que donde había un vertedero, hay verde y todo está florecido, y ahí deja de botar”, añade.
Pero no solo los residuos orgánicos se benefician de una segunda oportunidad en La Pintana: más de la mitad de los quince empleados del vivero municipal son reclusos que han cambiado la prisión por el servicio a la comunidad.
“Todo lo que se produce aquí también los beneficia a ellos, porque son hijos de la ciudad. Les da un sentido de pertenencia”, destaca Cintia Ortiz, gerente de la estructura durante casi siete años.
La ministra de Medio Ambiente de Chile, Maisa Rojas, anunció recientemente un proyecto de ley para replicar el ejemplo de Pintana en el resto del país.
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