Mi visita a Chile –la primera como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados– se produce en medio de los mayores movimientos de población en la historia reciente de América Latina. Chile es uno de los países más afectados por el éxodo masivo de refugiados y migrantes de Venezuela. Este país ha recibido alrededor del 10%, o más de 400.000, de los 4 millones de venezolanos que ya abandonaron su país. Esto convierte a Chile en el tercer país receptor después de Colombia y Perú.
Durante mi visita, quedé muy impresionado por la solidaridad y hospitalidad del pueblo y el gobierno chilenos, así como su voluntad de recibir a los venezolanos necesitados, tal como Venezuela recibió a miles de refugiados chilenos hace varias décadas. En ese momento, ACNUR brindó asistencia a los refugiados chilenos. Hoy en día, ACNUR también brinda asistencia a refugiados y migrantes de Venezuela, la gran mayoría de los cuales ha buscado refugio en América Latina y el Caribe.
Durante nuestras reuniones, las autoridades chilenas subrayaron el compromiso del gobierno de respetar sus obligaciones internacionales, en particular garantizando el derecho de asilo. Me informaron de una resolución del 9 de agosto que contiene instrucciones para conceder un salvoconducto a los nacionales venezolanos por razones humanitarias. Tomo nota de esta medida y del deseo de las autoridades chilenas de garantizar el derecho de asilo en el país. Es fundamental que este derecho -consagrado tanto en la legislación nacional chilena como en el derecho internacional- esté garantizado en todo el territorio chileno, incluso a lo largo de las fronteras terrestres, y que no se impida a los solicitantes de asilo ejercer este derecho.
Además de mis reuniones con las autoridades, también tuve la oportunidad de escuchar a representantes de otras organizaciones de las Naciones Unidas, así como a académicos y miembros de la sociedad civil. Durante las conversaciones con refugiados y migrantes venezolanos, expresaron claramente su agradecimiento a Chile y al pueblo chileno por su acogida. Esta respuesta tan positiva merece un reconocimiento especial dada la xenofobia que se ha manifestado recientemente en otros países de la región.
Reconozco los esfuerzos que Chile y sus comunidades locales han hecho para acoger, integrar y dotar de documentos de identidad a refugiados y migrantes de Venezuela y otros países. Estos esfuerzos deben continuar e intensificarse para que estas personas puedan vivir dignamente y contribuir a la economía y la sociedad chilenas. Es necesario agilizar los procesos para obtener documentos de identidad para evitar largos tiempos de espera que hagan que la integración de refugiados y migrantes en la sociedad sea más lenta y complicada. Por lo tanto, ACNUR está dispuesto a trabajar con las autoridades chilenas para ayudar a desarrollar capacidades y movilizar recursos.
La situación de los venezolanos en Chile no debe verse de forma aislada. Chile es el destino final de muchos venezolanos que han viajado vía otros países de la región andina. Es fundamental que los países de la región brinden una respuesta coordinada al éxodo de ciudadanos venezolanos. Por lo tanto, hago un llamado a Chile a seguir desempeñando un papel activo en instrumentos regionales como el Proceso de Quito, destinados a coordinar y armonizar las políticas nacionales. ACNUR y OIM apoyan este proceso a través de la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial, que reúne a más de 40 organizaciones dedicadas a abordar las necesidades de protección, apoyo e integración de los refugiados y migrantes venezolanos.
Por último, me gustaría subrayar nuestro deseo de seguir trabajando constructivamente con las autoridades chilenas y la sociedad civil y seguir pidiendo a la comunidad internacional que aumente su apoyo a Chile, particularmente a nivel financiero. Uno de los objetivos importantes de mi visita es recordar a los socios internacionales, donantes e instituciones financieras que la responsabilidad de acoger, proteger y apoyar a los migrantes y refugiados venezolanos no debe recaer en un solo país o región, y que este también es el caso de las autoridades internacionales. La solidaridad no consiste en palabras, sino en acciones y recursos concretos.
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