Publicado el 2 de septiembre de 2022 a las 14:10
18:30 horas, en la entrada de una estación del metro de Santiago. A cada lado de la escalera, dos grupos se involucran en intercambios acalorados, desafiando a los transeúntes apresurados al presentar sus argumentos a favor o en contra de la nueva constitución. Mientras los chilenos tienen que decidir en referéndum el domingo, la tensión en la capital es palpable.
El domingo pasado, no muy lejos de la Plaza, se produjeron enfrentamientos entre manifestantes del “Apruebo” (“Estoy de acuerdo”) en bicicleta y simpatizantes del “Rechazo” (“Rechazo”) en carruajes tirados por caballos. Italia se convierte en “Plaza Dignidad” ( Plaza de la Dignidad) ya que fue el epicentro del levantamiento masivo de 2019.
El Chile de ayer contra el Chile de mañana, el Chile rural contra el de los centros urbanos, escenario de un levantamiento que exige justicia y protección social: todo un símbolo de cara a unas elecciones que deberían ser la puerta de entrada a la salida institucional de las revueltas, pero que divide sociedad chilena.
El proceso constituyente, que comenzó en julio de 2021, parece haber despertado más desconfianza que apoyo desde la primavera. Según las últimas encuestas, el 54% de los chilenos rechaza el nuevo texto mientras que el 46% lo apoya, mientras que en el referéndum de octubre de 2020 el 78% de los votantes votó en principio por una nueva constitución redactada por una asamblea de ciudadanos.
redistribución del poder
El nuevo texto contrasta con el actual adoptado por la muy liberal dictadura de Pinochet. Si bien parece haber cierto consenso en la definición de Chile como un “Estado de derecho social y democrático”, el proceso toca varios puntos, como la plurinacionalidad de Chile, la coexistencia de los sistemas de justicia indígena con el sistema de justicia nacional y la abolición de la el Senado.
Sumándose a las carencias de una asamblea sorpresiva formada por muchos no iniciados políticamente, con fuerte representación de izquierdistas e independientes, la situación económica pospandemia y la inflación interrumpieron el proceso al volver al centro de la preocupación.
“Hubo mucho apoyo popular general y terminamos con un país dividido”. Hay varias razones para esto, pero esencialmente se explica por una fuerte propuesta constitucional de identidad de izquierda. No digo que sea bueno o malo o que sea ilegítimo, pero es solo una visión”, lamenta Cristián Monckeberg, exministro del expresidente Sebastián Piñera y votante del partido Renovación Nacional, que es uno de sus integrantes. La Asamblea Constituyente consta de derechas débilmente representadas.
“La constitución busca una redistribución del poder y los que pierden el poder están respondiendo. Políticamente, por ejemplo, el Senado ya no existirá. A nivel económico, el Estado jugará un papel más importante en educación, salud y pensiones. Los actores vinculados a estos sectores se sienten amenazados”, explica Isabel Castillo, politóloga e investigadora del Centro de estudios de conflicto y cohesión social (Coes).
voto compulsivo
En la sede de campaña de Apruebo se intenta constantemente revertir la tendencia. Con muchos menos recursos económicos que la campaña del “Rechazo”, que según cifras oficiales recibió cuatro veces más donaciones, pero con el apoyo del presidente Gabriel Boric y su gobierno, estamos tratando de buscar “los votantes que tenemos”. blanco no”. ” Por primera vez [depuis 2012, NDLR]Hay una elección obligatoria. Entonces hay mucha gente que no sabemos qué va a hacer que puede cambiarlo todo”, dijo Sandra Aguilera, activista de Apruebo.
En este clima de incertidumbre y tensión, Gabriel Boric, cuya popularidad, muy ligada al procés, ha caído al 34,5% según una encuesta del Centro de Estudios Políticos de Tresquintos, aseguró a principios de agosto que se harían cambios y aclaraciones si se hicieran el texto sería aprobado.
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