El 21 de noviembre fueron convocados 15 millones de chilenos para elegir al Presidente de la República. Con una baja participación (47%), el candidato de la derecha radical, José Antonio Kast, ganó más de lo esperado con el 27,9% de los votos, por delante de Gabriel Boric, figura del movimiento de protesta. Student y candidato en 2011 por Convergencia Social, la coalición de izquierda que apoyó las protestas masivas que obligaron al presidente Piñera a someter a referéndum un proyecto de nueva constitución para reemplazar la adoptada en 1980 bajo la dictadura de Pinochet. Una asamblea constituyente se encarga de redactar un nuevo texto en 2022.
Para quien recuerda las imágenes del 11 de septiembre de 1973, cuando Salvador Allende fue derrocado por los militares, la llegada al mando de un candidato de extrema derecha y su posible elección en la segunda vuelta el 19 de diciembre es un llamado de atención. Cómo llegamos aquí Hay que tener en cuenta varios factores: una derecha liberal en decadencia, un candidato liberal y populista, Franco Parisi, que obtuvo el 13% de los votos sin haber salido nunca de los Estados Unidos donde vive, es decir, sin haber luchado sobre el terreno. Una candidata demócrata cristiana que centró su discurso en el tema siempre presente del anticomunismo, mientras que el PC chileno, que forma parte de la coalición liderada por Boric, tiene cultura de gobierno y no hará de Chile una nueva Cuba.
Kast no quiere una nueva constitución. Él cree que quienes votaron por él quieren un “regreso al orden”, una especie de antimayo del 68 chileno después de que la población saliera a las calles para protestar por las crecientes desigualdades y una respuesta deplorable a la crisis sanitaria. En el sur del país, donde los indígenas mapuches exigen la devolución de sus tierras, Kast llegó primero, encarnando los intereses económicos y sociales conservadores dominantes y las reivindicaciones de una pequeña burguesía comercial temerosa de las protestas, así como una parte de los empobrecidos por inflación Gente. Ninguno de los partidos que han gobernado en los treinta años transcurridos desde la caída de la dictadura ganará estas elecciones porque sus candidatos han sido eliminados: el desgagismo ha funcionado.
La salida militar de los cuarteles no está en la agenda: Kast es suficiente para los nostálgicos de la dictadura. Sea quien sea, el nuevo presidente tendrá que contar con una Cámara de Diputados compuesta en dos tercios por recién llegados, en la que serán decisivos los centristas, como los siete diputados del PP, los de Parisi, los que no tienen claro Opciones de ideas ideológicas. Dado el importante revés que significaría la selección de Kast en el Cono Sur, solo podemos esperar la victoria de Boric. No se adquiere en modo alguno y el diputado progresista deberá buscar en el electorado para conquistar su derecho… •
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