Chile: Devolver a la naturaleza cóndores nacidos en cautiverio

Se espera que Alhué y Mailén, dos cóndores andinos nacidos en cautiverio en un centro de rehabilitación cerca de Santiago, puedan continuar su vida en libertad gracias a un programa de repoblación del ave voladora más grande del mundo.

Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), esta ave rapaz carroñera, que vive en América del Sur a lo largo de la Cordillera de los Andes, está clasificada como una especie en peligro de extinción.

La población se estima en 6.700 individuos.

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El cóndor es venerado por los pueblos indígenas de América del Sur y aparece en los escudos nacionales de Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile.

La esperanza del Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR) de la Sociedad Chilena de Ornitología es que Alhué, un macho, y Mailén, una hembra, no conozcan la suerte de sus padres y algún día extiendan sus enormes alas. a tres metros de altura sobre el altiplano andino.

El CRAR, fundado en 1990 y con sede en Talagante, a 40 kilómetros de Santiago, recolecta aves rapaces -búhos, halcones o cóndores- heridas, heridas o que hayan vivido siempre en cautiverio.

No todos pueden regresar a la naturaleza, como la madre de Alhué, quien no ha podido volar desde que se estrelló contra una línea eléctrica al norte de Santiago en 1997.

El Cóndor Andino (AFP – Gustavo IZUS, Gabriela VAZ)

La madre de Mailén llegó al CRAR en 2006 cuando ella tenía apenas un año y fue recogida cuando era bebé en Aysén, una de las regiones más australes de Chile. Sin embargo, como estaba acostumbrada a la presencia de humanos, ya no podía adaptarse a la vida en la naturaleza.

A lo largo de los años, 25 polluelos de cóndor nacidos en cautiverio han pasado por el CRAR. Cuatro murieron, otros nunca pudieron salir del centro “porque no saben volar o están acostumbrados a la gente”, pero 13 fueron liberados.

– Aprende a socializar –

Alhué y Mailén, de apenas unas semanas de vida, todavía tienen el pelaje gris claro y su equilibrio es inestable cuando se mueven en la jaula de sus padres.

Dos cóndores en cautiverio en el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR) de la Sociedad Chilena de Ornitología, 14 de enero de 2023 en Talagante, Chile (AFP – JAVIER TORRES)

Después de seis a nueve meses, cuando han alcanzado la plena madurez y están cubiertos de plumaje marrón, se les separa de sus padres, quienes pueden poner un nuevo huevo poco más de un año después de su nacimiento.

En la naturaleza, el ciclo reproductivo es de dos a tres años.

En una gran jaula con otras aves aptas para la vida en libertad y mayores encargados de perfeccionar su entrenamiento, los jóvenes cóndores aprenden a socializar y comunicarse.

Un cóndor en cautiverio en el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR) de la Sociedad Chilena de Ornitología, 14 de enero de 2023 en Talagante, Chile (AFP – JAVIER TORRES)

“Aquí se establece una jerarquía en la que dominan los machos adultos. Tienen que aprender esa jerarquía a costa de muchos besos para ocupar su lugar en la sociedad de los cóndores”, explica Eduardo Pavez, fundador del CRAR.

Un paso necesario antes de su nueva vida, quizás en la primavera australiana de 2024, que permitirá a Alhué y Mailén tomar contacto con otros cóndores salvajes que les mostrarán su nuevo territorio y zonas de alimentación.

Esperanza Pardo

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