La ciudad de Iquique, en el norte de Chile, fue escenario de enfrentamientos el sábado 25 de septiembre tras una manifestación de unas 3.000 personas contra la inmigración ilegal de venezolanos al país.

En medio de las banderas chilenas, los manifestantes tomaron un pequeño campamento de migrantes abandonado por sus residentes, quemando sus tiendas de campaña, colchones y pertenencias. La policía tuvo que intervenir cuando los manifestantes atacaron físicamente a los migrantes venezolanos que vivían en las calles.

Sube el tornillo en la política migratoria

Estos hechos tuvieron lugar al día siguiente de que la policía desalojara un campamento de cientos de familias migrantes que se había instalado en una plaza de la ciudad durante un año.

El gobernador de la región de Tarapacá, José Miguel Carvajal, ha cuestionado el gobierno conservador del presidente Sebastián Piñera y lamenta que no haya sido informado sobre la operación.

“El centenar de familias” que vivían en la plaza “hoy deambulan por distintas plazas públicas (…) intentan montar sus tiendas de campaña en las playas o en la zona industrial de la ciudad”, dijo.

En 2018, el gobierno chileno introdujo una generosa política migratoria hacia los venezolanos que se vieron obligados a huir del país debido a la profunda crisis política y económica que atravesaba su país. Pero desde entonces el gobierno ha cambiado las cosas y recientemente llevó a cabo varios desalojos.

Los venezolanos conforman la mayor comunidad extranjera en Chile, con alrededor de 400.000 nacionales registrados, sin embargo, según datos de las autoridades migratorias, 23.673 personas ingresaron ilegalmente a Chile entre enero y julio, 7.000 más que en todo 2020.

Después de Siria, Venezuela es el país con mayor número de desplazados en el mundo, según estimaciones de la ONU alrededor de 5,6 millones de personas desde 2015.