Los chilenos votarán el domingo por segunda vez en poco más de un año una nueva constitución que reemplazará a la vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet. Pero esta vez optan por un texto más conservador que la Constitución actual.
El texto sometido a votación fue redactado por quienes defienden el legado del general Pinochet tras el rechazo en septiembre de 2022 de una primera propuesta progresista apoyada por el joven presidente de izquierda Gabriel Boric.
Este último, de 37 años, aseguró recientemente que esta nueva consulta será el último intento de reforma constitucional.
Las encuestas, prohibidas desde hace dos semanas, dan por sentado que una gran mayoría rechazará el nuevo texto, a pesar del elevado número de indecisos.
La revisión de la Constitución de la era Pinochet (1973-1990), considerada un freno a cualquier reforma social fundamental, fue promulgada para satisfacer el movimiento social contra las desigualdades de 2019, que causó una treintena de muertos. Un año después, los chilenos aprobaron el 80% del proyecto de nueva constitución.
Después de rechazar la primera propuesta, Boric sufrió otro revés en mayo cuando la derecha ultraconservadora quedó en primer lugar en la elección de los miembros que formarían el Consejo Constitucional responsable de redactar la nueva Ley Fundamental.
El Partido Republicano ha seducido a los votantes con su discurso intransigente contra la inseguridad que asocia principalmente con la inmigración venezolana.
La oposición presenta la votación del domingo como una consulta sobre el presidente Boric, quien fue elegido a fines de 2021 a la edad de 35 años en medio de una ola de descontento como el líder más joven en la historia de Chile, pero cuya popularidad ahora está disminuyendo.
La nueva constitución propuesta refuerza la naturaleza conservadora del texto actual de 1980, particularmente en temas como el aborto y la seguridad pública.
“Peligroso”
El tema del aborto es polémico, “incluso peligroso”, dice Catalina Lufin, de 22 años, presidenta de la asociación de estudiantes de la Universidad de Chile, porque “nos hace retroceder en términos de derechos fundamentales”.
Los abortos estuvieron completamente prohibidos en Chile hasta 2017, cuando fueron permitidos por ley, pero sólo en los casos en que la vida de la madre estuviera en peligro, fuese violada o el feto fuera declarado inviable.
La constitución actual “protege la vida del no nacido”, pero el nuevo texto va más allá y convierte al embrión en una persona, lo que hace más difícil justificar el aborto.
El nuevo texto, por otro lado, reconoce por primera vez a los pueblos indígenas, una preocupación de larga data de los pueblos indígenas, especialmente los mapuche, que representan alrededor del 12% de la población, pero no aborda su demanda de más autonomía.
Andrés Calfuqueo, estudiante de ciencias políticas de origen mapuche, asegura que el nuevo texto no lo “representa”. “Surgió de un proceso que prometió unir a los chilenos pero que finalmente los dividió”.
El entusiasmo por una nueva constitución se ha visto frenado por la pandemia, la inflación y una creciente sensación de inseguridad y fatiga entre la población.
“Hay un ambiente de desilusión, poco interés, poca motivación y cansancio respecto de la cuestión constitucional”, subraya Claudia Heiss, politóloga de la Universidad de Chile. “La gente quiere cosas más básicas: quiere seguridad, orden público, más policía en las calles…”, subraya.
La votación comienza a las 08:00 hora local (11:00 GMT) y finaliza a las 18:00 horas (21:00 GMT). Los resultados se anunciarán por la tarde.
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