El tren azul, lanzado en su coronación en Moscú en 2018, descarriló repentinamente una tarde de junio de 2021 en Budapest en el año 8mi Final del Campeonato de Europa contra Suiza (3:3, derrota en los penaltis). Desde entonces tiene hipo. El impacto de la espectacular victoria de la Liga de las Naciones de octubre de 2021 se vio contrarrestado por los malos resultados (solo una victoria en seis partidos jugados desde junio). El entrenador Didier Deschamps, en particular, ha estado luchando durante varios meses con los diferentes niveles de forma y lesiones de sus entrenadores. Hubs hace cuatro años en Rusia, Paul Pogba y Ngolo Kanté tuvieron que retirarse. El defensa Presnel Kimpembe hizo lo mismo, con su homólogo Raphaël Varane cerca. Y cuestionando el trío ofensivo que era tan extraño hace dieciocho meses. Antoine Griezmann está reñido con el club. Karim Benzema, que no juega un encuentro completo desde el 19 de octubre, sufre problemas musculares.
Vistos desde fuera, los Habs siguen siendo los favoritos. Porque al final del contrato, su entrenador ya ha demostrado su capacidad para encontrar el equilibrio en el menor tiempo posible. Porque la nueva generación, simbolizada por el exgirondino Aurélien Tchouaméni, ahora en el Real Madrid, ya ha conquistado grandes clubes europeos. Porque en Kylian Mbappé tienen un blaster sobresaliente capaz de destrozar todas las defensas.
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Sobre todo, sus tradicionales competidores europeos no tienen mucha más seguridad. Italia, reina del viejo continente en julio de 2021, no se clasificó. Inglaterra, finalista local, no ha comenzado como se esperaba y no ha ganado ninguno de sus últimos seis partidos. Alemania, que se ha estancado, lo ha hecho poco mejor con el tiempo (una victoria). España sigue siendo defensivamente frágil; Bélgica está envejeciendo. El impulso más prometedor proviene de Holanda: sin embargo, el talentoso holandés que terminó tercero en 2014 tiene la mala costumbre de colapsar cuando se espera. ¿Una bendición para los sudamericanos que no ganan un Mundial desde 2002?
Esto es obviamente con lo que sueñan Brasil y Argentina. Siempre colocados pero resquebrajados en las rondas finales, los Auriverde, dirigidos por un Neymar que arde en el Paris SG desde agosto, lucen hoy mejor preparados. Pero para la última oportunidad de Messi de levantar el trofeo, Argentina sin duda tiene una gran ventaja: la solidez, a menudo el sello distintivo de los futuros ganadores. El hechizo puede ponerlos en camino de unirse a los Blues desde los octavos de final para tomar represalias en la misma etapa (4-3) en 2018. Todo un país lo está esperando.
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