Casi tres años después de una movilización social y política que sorprendió por su magnitud y rapidez, chile está a punto de pasar una página importante en su historia: el lunes 4 de julio se entregó al presidente Gabriel Boric la nueva constitución, redactada por una Asamblea Constituyente en reemplazo del actual texto heredado de la dictadura.
154 ciudadanos, en su mayoría novatos, lograron la hazaña de redactar una nueva ley básica desde cero en doce meses. Este proceso, desencadenado en octubre de 2019 por una crisis política y social y manifestaciones que denuncian la camisa de fuerza de la Constitución de 1980, que limita el papel del Estado y limita las posibilidades de reformas profundas, consagra en sus 388 artículos las principales protestas de la manifestantes Expectativas. Las elecciones a la Asamblea Constituyente de mayo de 2021 estuvieron marcadas por una gran victoria de la izquierda. Paritariamente, la Asamblea Constituyente también tenía 17 escaños reservados para representantes de los pueblos indígenas.
Por lo tanto, en este nuevo documento, Chile se define como uno “Estado constitucional social y democrático”, “multinacional, intercultural y ecológica”. Se reconoce por primera vez la existencia de pueblos diversos dentro de la nación chilena y se otorga cierta autonomía a las instituciones indígenas, particularmente en materia judicial. Esta es una ruptura en un país marcado por una larga historia de conflicto con las minorías indígenas. Durante las manifestaciones de octubre de 2019 se pudieron ver numerosas banderas con los colores de los mapuches -los principales indígenas fulani-.
Nuevos derechos ambientales
Además, esta nueva constitución, que insiste en la paridad, “Reconoce como valores intrínsecos e inalienables la dignidad, la libertad, la igualdad sustancial del ser humano y su relación indisoluble con la naturaleza”. La protección del medio ambiente en un país a partir de la explotación del subsuelo (el cobre representa alrededor del 15% del PIB) o de los recursos naturales (salmón, bosque, etc.) ha estado en el centro de los debates durante los últimos doce meses. El texto prevé nuevos derechos en relación con” ambiente saludable “, incluido el derecho al agua, importante en un país donde ese recurso es privado.
Sin embargo, si el trabajo realizado en un año es significativo, puede desperdiciarse. Este texto histórico solo se convertirá en constitución si se aprueba en referéndum el 4 de septiembre. Si gana el “No”, seguirá vigente el actual texto de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Por lo tanto, Chile se sumará a la campaña en los próximos días. Sin embargo, el resultado de la votación no puede darse por sentado. Estos últimos doce meses han estado marcados tanto por una campaña de calumnias contra la Asamblea Constituyente, particularmente en las redes sociales, como por varias confusiones que no han contribuido a la popularidad de su trabajo.
Además, ciertas decisiones dieron lugar a una animada controversia, como la decisión de consagrar el aborto en la constitución. Por el momento, los dos campos están codo con codo en lo que respecta a las intenciones de voto.
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