Santiago de Chile, correspondencia privada.
El 18 de octubre de 2019 fueron incendiadas una decena de estaciones de metro en Santiago. Todo al mismo tiempo, de la misma manera. Los pirómanos conocían exactamente el sistema eléctrico del metro, donde se necesita acción. No fue una manifestación espontánea o el acto de una turba enfurecida. Dos años después, ningún pirómano ha sido arrestado, juzgado o condenado. Sin embargo, dos hombres permanecieron en prisión preventiva durante más de un año. Uno tenía 16 años, el otro, su tío, rondaba los 30. Fueron acusados de incendiar una de las estaciones del metro. Cuando finalmente tuvo lugar su juicio, el tribunal los puso en libertad de inmediato. El expediente estaba en blanco, peor, falso, basado en “pruebas” fabricadas por los “Carabineros” (Fuerzas Especiales de la Policía Militar).
La prisión preventiva fue un instrumento de represión contra el presidente saliente Sebastián Piñera. Meter en la cárcel a inocentes sabiendo que saldrían más o menos rápidos para que no se manifestaran… Para el gobierno no había presos políticos, sólo había delincuentes en prisión, gente peligrosa responsable de incendios, destrozos, saqueos… ¡Piñera declaró que estaba en guerra contra un enemigo implacable!
A finales de 2019, producto del estallido social, había 2.500 presos. Actualmente quedan 250. Unos 150 han sido llevados ante la justicia y están cumpliendo sus condenas. Cientos siguen en prevención. Estos 250 prisioneros ahora deben ser puestos en libertad. Gabriel Boric, el recién elegido presidente, se ha comprometido a dejarla en libertad y quiere que esa promesa se cumpla lo antes posible. El sucesor de Piñera no quiere iniciar su mandato con una decepción y una ruptura con algunos de sus seguidores. Porque la amnistía para esto “Prisioneros de la rebelión” se incluye como una de las principales demandas en el acuerdo entre los partidos de la coalición de izquierda Apruebo Dignidad.
Por lo tanto, el futuro presidente tiene prisa por lograr que el Senado vote por una amnistía. Gabriel Boric sabe que el próximo Senado, en el que la izquierda no sea mayoría, será misión imposible: la derecha ya ha señalado su oposición. Por lo tanto, insta a los senadores a votar de inmediato por un “indulto”, que resulta ser el más fuerte legalmente pero requiere dos tercios de los votos del Senado. En cuanto a la amnistía, sólo se requiere mayoría simple. Si el Senado vota a favor del indulto o de la amnistía, Sebastián Piñera no está obligado a promulgar una ley. Y a partir del 11 de marzo, cuando asuma Gabriel Boric, se podrá firmar el indulto o la amnistía de manera inmediata.
Si el Senado vota negativamente, existe otra solución legal parcial: el indulto individual por parte del Presidente. Sin embargo, sólo puede concederse a presos que ya hayan sido condenados, no a prisión preventiva. Simbólicamente, eso sería una muy mala señal para Gabriel Boric y su gobierno. Este fracaso crearía un verdadero problema político dentro de la coalición Apruebo Dignidad desde los primeros días de la toma de posesión del nuevo ejecutivo.
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