Analizar. El resultado no deja lugar a la ambigüedad. En Chile, la constitución, que fue redactada durante un año por una Asamblea Paritaria elegida democráticamente, fue rechazada masivamente por el 62% de los votantes el domingo 4 de septiembre. A primera vista, este resultado puede resultar confuso: por qué tal negativa cuando dos años antes casi el 80% de los votantes en las urnas había pedido que se redactara un nuevo texto que sustituyera a la actual Ley Básica, heredada de la dictadura (1973-1990). )? La respuesta invita a examinar una serie de causas que atraviesan una sociedad compleja, que en su mayoría envía este claro mensaje: ni el texto ni la forma en que fue escrito los convencieron.
Todos los votos rechazo (“Rechazo el proyecto de constitución, ecologista, feminista y la introducción de muchos nuevos derechos sociales) no son iguales, pero un principio del texto los ha motivado significativamente, la plurinacionalidad. En otras palabras, el reconocimiento de la existencia de poblaciones indígenas dentro del Estado chileno (casi el 13% de la población, en su mayoría mapuche) Esto fue visto por algunos chilenos como una señal de división del país, alejada de cualquier intento de dirimir el conflicto por la devolución de las tierras ancestrales mapuche en el sur del país.
Pasos en falso y controversias en torno a los votantes
Vagamente, el concepto de plurinacionalidad ha sido eludido por una propuesta de seguimiento que establece un poder judicial indígena superpuesto al poder judicial nacional. Una propuesta que, según los partidarios del texto, estaba abierta a las críticas. Escenificados en clips de campaña, la oposición de algunos mapuche en nombre de la unidad nacional hizo posible la campaña. rechazo para contrarrestar las acusaciones de racismo que podrían haber apuntado a su principal argumento.
“Este resultado también se explica por la profunda falta de confianza que prevalece en Chile entre las personas y las instituciones”, señala Pamela Figueroa, politóloga de la Universidad de Santiago. En mayo de 2021, la elección de la Asamblea Constituyente, compuesta principalmente por representantes electos independientes, fue percibida como un evento político profundamente renovador: la revuelta ciudadana contra las desigualdades en 2019 no podría ser encauzada por ningún partido, si esta asamblea no fuera la institución institucional adecuada ¿respuesta?
La singularidad de su composición se volvió en su contra: sus funcionarios electos no estaban a la altura, dijeron los votantes. rechazo. De hecho, su trabajo se ha visto empañado por errores y controversias. Lo más grave: la dimisión de su primer vicepresidente en septiembre de 2021 tras admitir que el cáncer que decía tener, en el centro de su lucha por el acceso a un sistema sanitario igualitario, era una mentira. Funcionarios electos que se incorporan a la Cámara disfrazados, acusaciones públicas de traición, un votante votando virtualmente en su ducha: estas payasadas, explotadas por los partidarios del No, finalmente llevaron a que la asamblea quedara profundamente desacreditada y el arduo trabajo realizado ha sido eclipsado por muchos. de sus miembros.
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