Ubicado entre los Andes y el Océano Pacífico, es un pequeño puerto y pueblo costero fundado en 1867 al norte de la capital Santiago. Su nombre es “Coquimbo”, el Agua Tranquila, en quechua, una lengua indígena sudamericana, y es conocido por sus pelícanos, su cruz gigante de hormigón, una especie de equivalente del Cristo de Río, y ahora también su alto minarete marroquí. Típicamente marroquí, con sus coloridos zelliges y piedras ocres que cubren una de las colinas que dominan la ciudad.
Un viaje real
A la sombra de este minarete, inusual en un paisaje latinoamericano, se despliega bajo sus característicos azulejos verdes un enorme complejo cultural y religioso, en el que se ubica el “Centro Mohamed VI”. para el Diálogo de Civilizaciones”. Este conjunto bastante espectacular fue creado como parte de un viaje del Rey de Marruecos a la región en 2004. Los musulmanes de Chile, que no son muy numerosos y incluyen muchos más sirio-libaneses y palestinos que marroquíes, habrían sugerido a Su Sharifian Majestad establecer este pequeño trozo del Islam árabe sunita en Coquimbo, idea denunciada por las autoridades chilenas, nacionales y locales, reconocidas en su deseo de permanecer en contacto con las grandes civilizaciones extranjeras. Actúa al respecto.
Por decir lo menos, este proyecto original, como tantas otras iniciativas de este tipo, podría haberse ahogado o hundido en la arena de la inmovilidad administrativa y algún día desaparecer silenciosamente. ¡Ey! Pues bien, gracias a la insistencia de Rabat y de algunos chilenos, el negocio despegó, convirtiéndose el minarete rosa y los tejados verde esmeralda en unos años en una imagen asociada al Cono Sur de América. Y no sólo como presencia religiosa acompañada de una postal turística.
El informe Janjar
De hecho, el informe de 2016 de Si Mohamed-Seghir Janjar sobre las publicaciones marroquíes nos dio pruebas sólidas: el centro marroquí de Coquimbo, dependiente del Ministerio marroquí de Vivienda y Asuntos Islámicos, ha abierto gradualmente la biblioteca de su mezquita, sus salas de estudio e incluso su museo. Las obras literarias marroquíes se están traduciendo al español y, según el Informe Janjar para el rey Abdelaziz, la fundación saudí de Casablanca, Coquimbo, está desempeñando un papel cada vez más importante en las ediciones marroquíes en español: “Dos tercios de las dieciocho obras se publicaron bajo el Los auspicios de Marruecos en 2016 fueron gracias a la actividad de un centro marroquí situado a millones de kilómetros del Reino Sharifiano”.
Consecuencias económicas
Este avance cultural, aún limitado pero sin precedentes en las Antípodas, lleno de nuevos avances según las noticias de Coquimbo, también ha llamado la atención de los chilenos sobre las innovaciones marroquíes, técnicas e industriales, que en los últimos años se han multiplicado en este campo con energías renovables.
La enorme planta solar de Ouarzazate, la reciente celebración de la Conferencia Mundial sobre el Clima en Marrakech, han puesto sobre la mesa del actual Consejo de Ministros chileno el expediente del “Marruecos moderno”.
En enero de 2017 se firmó en Valparaíso (Chile) un acuerdo de cooperación parlamentaria chileno-marroquí y poco después el ministro de Energía, señor Andrés Rebolledo, afirmó que Chile estaba muy interesado en la experiencia marroquí en energía eólica y solar y que Santiago quería inspirarse en El trabajo de Rabat en estas áreas cruciales para el futuro próximo. Al igual que Marruecos, Chile es conocido por sus vientos y sol.
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