“He llamado a todos los ministros a dimitir para formar un nuevo gobierno”. Desde el palacio presidencial de La Moneda, el presidente chileno, Sebastián Piñera, anunció el sábado una reestructuración de gran alcance de su gobierno. Ejercer presión sobre una movilización histórica de la población para una sociedad menos desigual, también mencionó una probable disminución rápida Emergencia.
“Estamos en una nueva realidad. EL Chile es diferente al que teníamos hace una semana”, añadió.
Convencer a los chilenos
El viernes por la noche, dada la magnitud de la movilización, ya había asegurado que había “comprendido el mensaje” de los manifestantes. Más de un millón de personas se reunieron en el centro de Santiago y en varias ciudades importantes del país para expresar su deseo de cambio frente a un modelo económico ultraliberal. Fue fundado bajo la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y nunca ha sido cuestionado desde el retorno de la democracia a este país de 18 millones de habitantes.
Pero el anuncio del jefe de Estado no parece haber convencido a los chilenos, que exigen profundas reformas estructurales y, para algunos, un cambio a la constitución de la época de la dictadura.
“Un cambio de gobierno no importa porque seguirá con las mismas políticas (…) y el mismo programa”, denunció Leonardo Fonseca, de 37 años. Eric Silva, profesor, cree que “el presidente hace esto porque se ve atrapado (…), pero no es así como se resuelven los problemas”.
Una presencia militar menos visible en Santiago
Sebastián Piñera, un rico empresario que dirigió Chile entre 2010 y 2014, asumió al inicio de las manifestaciones que su país estaba en “guerra” y declaró el estado de emergencia. Esto permitió el despliegue de 20.000 soldados y policías en las calles del país, por primera vez desde el fin del régimen de Pinochet.
Levantar esta medida de estado de emergencia fue considerada por el presidente si “las circunstancias lo permiten” para “contribuir a esa normalización que tantos chilenos deseamos y merecemos”.
El sábado por la tarde, la presencia militar era mucho menos visible en las calles de la capital, donde alrededor de un centenar de manifestantes se reunieron frente a La Moneda para escuchar música antes de ser dispersados con mangueras de agua. Otras concentraciones esporádicas tuvieron lugar en otras partes de la capital y del país. Se suspende el toque de queda que rige en Santiago desde hace una semana.
La vida en Santiago poco a poco volvió a la normalidad. El metro, que sufrió graves daños en los primeros días de protestas, ahora estaba parcialmente operativo en cinco de las siete líneas. Los autobuses estaban al 98% de su capacidad y muchos negocios han reabierto.
Un millar de voluntarios se movilizaron para limpiar los muros del centro de la ciudad, que fueron cubiertos con consignas simbólicas del movimiento como “Chile ha despertado” y “Piñera dimite”.
Diecinueve muertos
Los manifestantes llevan una semana presionando al gobierno chileno. El anuncio de Sebastián Piñera el martes desde un serie de medidas sociales no había apaciguado la revuelta que surgió a raíz de una revuelta contra un aumento de más del 3% en las tarifas del metro de la capital.
Diecinueve personas murieron Según cifras oficiales, cinco personas han muerto por disparos de la policía desde que comenzaron los disturbios. Se espera que investigadores de la ONU lleguen al país el lunes para investigar las acusaciones de presuntas violaciones de derechos humanos bajo el estado de emergencia.
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